Las tres primeras virtudes

He tardado, sí, pero entre los exámenes y la pinza... Bueno, ya está, que eso es lo que cuenta. Como dice el título, es el resumen de lo que fue saliendo durante las tres sesiones que tuvimos en lo que se refiere a virtudes y valores.

Varias cosas en pequeñito: Sobre las demás actualizaciones: Juanjo, no me ha llegado nada, ¿me mandaste el mail? En cuanto lo reciba me pongo a resumir/redactar/juntar todo lo que me habéis mandado con lo mío sobre la Apología y lo subo.

Como siempre, si véis cualquier cosa que falta, que no fue así, que no os gusta cómo está (o sólo para decir cualquier chorrada filosófica -o no tanto-) comentad.

¡Ah! Pedro dio la idea de ir "filosofando" nosotros por nuestra cuenta, quizá en forma de crítica al pensamiento de algún punto de un autor concreto, aunque si os lanzáis al vacío y pensáis sobre algo poco trillado mandádmelo si queréis y lo colgamos.

Y ahora sí, el resumen:

AMISTAD:
En lo relativo al libro que leímos -la Apología- se destacó que Sócrates era amigo de sus amigos y que tanto él como Platón y Aristóteles hablaron de la amistad.

Consiste en ‘querer a una persona y procurarle lo mejor, sin esperar nada de ella’ y, en palabras de I. Kant, tratarles como fines en sí mismos y no como medios. Es dar (y darse) sin exigir nada a cambio.
Los amigos deben decir los defectos tal y como son, ya que éste es el modo de procurar bien, de hacer mejorar como persona.
A un amigo se le respeta porque se le quiere a él en sí mismo, no por lo que es.

En esta virtud destaca la necesidad de sociedad en el hombre y lo que significa un amigo como apoyo, tanto moral como psicológico.
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FORTALEZA:
En la Apología, Sócrates hace gala de su fortaleza y coherencia, propia de los guerreros ideales (guardianes) de la Política de Platón, que deben ser fuertes por ser vigilantes.

En su dimensión física, es propia de los varones (sin por ello menospreciar a las mujeres); aunque también alude a un aspecto psicológico, en el que concierne a toda persona, ya que la fortaleza habla de la fuerza de ánimo contra enemigos internos y externos de cada uno. Las pasiones y placeres deben ser vencidos por esta virtud cardinal, pero para ello nos requiere una dureza con nosotros que nos haga más tenaces.

Según Santo Tomás de Aquino, la fortaleza consiste en dos actitudes: aguantar contra los contratiempos y avanzar luchando, sin dejarse frenar.

La práctica de la fortaleza conduce a otras virtudes cardinales como la justicia y la prudencia.
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ALEGRÍA:
Del texto deducimos la alegría que debía manifestar Sócrates, ya que era querido por los suyos, y esto debía de ser por vivir esta virtud, ya que nadie querría seguirle si pasase su tiempo lamentándose y quejándose, pues ‘contagiaría’ estas actitudes a sus discípulos. La alegría hace atrayente y atractiva a una persona, por eso desempeñó un papel elemental en Sócrates.

Va de la mano de la amistad ya que se comparte, pero también de la fortaleza, pues hay que pelear por conseguirla. Se trata de una consecuencia de las dos anteriores.
El camino hasta ella es la sabiduría, según Sócrates.
Trae consigo la plenitud del ser, por lo que nos perfecciona; nos hace madurar. De hecho, ha sido definida por filósofos de todas las épocas como la transición de ‘persona’ a ‘PERSONA’.
La tristeza, por el contrario, causa la destrucción del ser.
La alegría no se identifica con el placer, al menos si éste se entiende desde un punto meramente vitalista. El placer nace como consecuencia de la obtención de algo material, pero es cierto que alguien materialmente pobre puede sentir una gran felicidad. Es cierto que en ésta participa el placer, pero no se limita únicamente a ello.
La alegría se alimenta a sí misma, es decir, alguien que alegra se alegra a sí y de sí mismo, y puede hacer alegres a los demás dando paz y optimismo tanto a uno como al resto.
La felicidad es una construcción, que se lleva a cabo durante toda la vida, siendo la alegría el fruto al avanzar en esa edificación que no llega nunca a su culmen. Nadie es plenamente feliz si es realista.
El ser alegres desequilibra la balanza bueno-malo del hombre en sentido positivo, aunque necesita actitudes como ser optimista, afable, tener sentido del humor y ser capaz de mirar más lejos de uno mismo, es decir, preocuparse por los demás, ya que si sólo buscamos y velamos por nosotros, no dejaremos de ver los defectos y por lo tanto de ver nuestra peor faceta, lo que no puede desembocar en alegría.